Academia o Consultora de idiomas:

Encuentra las 7 diferencias

Desde que Platón fundó la primera academia de la historia, en el siglo VIII a.c., la idea de una institución cultural o científica que se encargara de impartir y cultivar el conocimiento se ha instaurado en prácticamente todas las disciplinas. Hoy en día existen academias universitarias, filosóficas y artísticas, algunas se han abierto para aprender a cocinar, otras para practicar artes marciales y muchas de ellas se dedican a desarrollar todo tipo de habilidades artesanales…

El concepto de Academia es en la actualidad el más socorrido a la hora de denominar a una institución o empresa que se dedica a enseñar una determinada disciplina. Y si hay un tipo de academia que se ha hecho especialmente popular en las últimas décadas, es la academia de idiomas.

Acudimos a este tipo de organismos porque nos proporcionan un tipo de enseñanza que creemos que es la que “debemos tener” para dominar un idioma: diferentes niveles a través de los que podemos avanzar, planes de estudio estandarizados con los conocimientos básicos para el aprendizaje y exámenes y títulos oficiales que certifican hasta qué punto somos capaces de desenvolvernos con el idioma.

Pero, ¿es esto suficiente para el profesional del Siglo XXI? ¿Puede una empresa conformarse con confiar en que un título oficial aportará a sus empleados los conocimientos lingüísticos que necesita para desarrollar su trabajo en otro idioma?

La respuesta es no. Las academias de idiomas tienen un objetivo único y fundamental: la enseñanza. Y para ello se vale de las herramientas tradicionales, de unos recursos estandarizados y unas prácticas genéricas. Es decir, han desarrollado un método más o menos universal para poder ofrecer servicio a “todos los públicos”.

Pero no todos los que acuden a ellas tienen los mismos objetivos, no tienen las mismas necesidades, ni requieren los mismos conocimientos para alcanzar el nivel que desean tener. En las últimas décadas, sobre todo a nivel de formación de empleados, comenzó a surgir la necesidad de otro tipo de instituciones que fueran más allá y que, además de impartir conocimiento, complementaran su oferta educativa con una serie de herramientas y métodos especializados.

Se trata de la llamada Consultora de Idiomas, una nueva clase de institución que responde a las necesidades reales de los profesionales y las empresas del siglo XXI.

Para una Consultora de Idiomas, la enseñanza es sólo una parte del trabajo. Además de proporcionar formación, está especializada en ofrecer asesoría, monitorización y una visión estratégica de los conocimientos lingüísticos a nivel empresarial. Es decir, da solución a las necesidades profesionales que previamente ha detectado a través de un exhaustivo análisis y, sólo en función de éste, ofrece un plan de estudio personalizado y único.

Por otro lado, al no estar condicionada por los métodos y estándares tradicionales, puede ofrecer un amplísimo catálogo de formación que vaya más allá de los conocimientos puramente idiomáticos y que abarque también las habilidades profesionales más demandadas en el mundo empresarial, como son la negociación, las presentaciones en público o la comunicación intercultural.

Está claro que las diferencias entre una academia y una consultora de idiomas son muchas y muy considerables.

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